Sin duda, Nájera es un pueblo singular. Y sin ninguna duda, los najerinos son aún más singulares, si cabe, que su propio pueblo. El caso es que he dedicado un par de días a visitar los lugares más emblemáticos del lugar y he aquí mis conclusiones.
1.- En el monte conocido como El Castillo no hay castillo alguno. Parece que, de tanto utilizar ese nombre, hace poco decidieron construir uno para no quedar mal ante los forasteros, y en eso están. Pero no les ha dado la gana de llamarlo El Castillo, como habría sido lo normal. Para fastidiar lo llaman El Alcázar, que en árabe significa El Castillo: Káser es Castillo y Al es El. O sea, Al-Káser es El Castillo. Del mismo modo podían haberlo llamado Le Château, digo yo. Habría quedado más chic.
2.- En el paraje conocido como La Pirámide no hay pirámide alguna. Pregunté a un lugareño por qué no lo llamaban La Esfinge, por ejemplo, en lugar de La Pirámide. El aludido me preguntó si yo era idiota.
3.- En el lugar conocido como El Molino de san Julián no hay ningún molino ni persona alguna, en las cercanías, que se parezca lo más mínimo a ningún santo. Por si las moscas, no pregunté nada a nadie.
4.- De modo que, cuando alguien me dijo que fuese a ver el monasterio de Santa María la Real, esperaba encontrarme un solar o un huerto de lechugas. Pero no. El monasterio existe. Está justo enfrente de donde venden la lotería.